Adiós 2011

No suelo hacer recapitulaciones a final de año, no suelo plantearme grandes retos para el año nuevo. Nunca me he propuesto adelgazar, ir al gimnasio o dejar de fumar con la llegada de un nuevo año. Pero hoy he mirado este 2011 que se nos va.

A Dios le debo la vida

En los pueblos de los años 60/70 –al menos en el mío– todo el mundo le debía algo a alguno o a varios comercios del lugar. La venta a plazos estaba tan generalizada que el cobrador en bicicleta llamando en las puertas de los vecinos era una imagen casi entrañable. La venta a plazos estimuló el consumo en un momento depresivo de nuestro país y, al menos en los pueblos, se hizo en base a la confianza entre vecinos y comercio. No intervinieron instituciones publicas, no intervenían los bancos. Todo el riesgo lo asumía el profesional autónomo que regentaba desde una pequeña tienda de electrodomésticos, hasta un taller mecánico.

De buenas intenciones está el infierno lleno

Hace unos días me dejaban un comentario a la entrada "discapacidad y transporte". El comentario es de un compañero taxista que desde hace dos años y medio esta dando un servicio de calidad y acorde con las necesidades de su pueblo, con el único eurotaxi de Motril (Granada). El taxista refleja en su escrito la desesperación en la que se encuentran la mayoría taxis adaptados del país. Esta situación está haciendo que los taxistas desistan en la explotación del eurotaxi, produciendo un constante goteo a la baja del numero de vehículos disponibles en la mayoría de las ciudades de España.

Pesadas cadenas

Estos días se ha hablado mucho de Cayetano de Alba gracias a la entrevista que "El Follonero" le hizo en la Sexta. No sé si la casa de Alba hace un gran trabajo del que se beneficia la sociedad en su conjunto, si son un lastre o restos de una cultura social y económica que se debió extinguir hace... ¿siglos?. Mi opinión es que en pleno siglo veintiuno no caben las formas del medievo, no caben duques, marqueses y señoritos montados a caballo. Al menos no con las mentalidad del siglo diecinueve.

Madrugada de domingo

By: Charlie Xia 

Suena el móvil, son las siete y cuarto de la madrugada de un domingo de verano.

 –Sí, para que me manden un taxi –voz de hombre joven y perfecto castellano– a la calle San Isidro 10