Dar de comer al hambriento
—No tenemos para nosotros. Estamos en un banquete en donde
solo se divierten diez invitados, los otros trescientos sobreviven, pasan
necesidades. No cabemos, no hay para todos ¿Sales a la puerta e
invitas a entrar a más gente?
—No estás invitando a nadie, has salido a la puerta y te has
encontrado tirado en el suelo, muriendo, a una persona a la que nadie
quiere ayudar. Si entras y cierras, morirá en tu puerta.
Dar de beber al sediento
—Hay un efecto llamada. Si acogemos a estos, mañana vendrán
más. Las ONGs son los taxistas de las mafias.
—Claro, es una lástima que tengan que estar salvando vidas
gratis, sin taxímetro que llevarse a la boca.
Mañana vendrán más de todas formas. Aquí, a Italia, a Grecia.
Si la solución es levantar muros, seguirán viniendo. Si dejamos que
se ahoguen, seguirán viniendo. Si los proyectos de colaboración en
origen consisten en meter dinero a los mismos gobernantes corruptos
que los matan de hambre y se enriquecen con nuestro dinero y con el
de la mafias, seguirán viniendo. Si corrompemos a sus gobernantes y
las multinacionales y la globalización se siguen llevando su
riqueza, seguirán viniendo. Si el infierno de aquí es más
templado que el de su casa, seguirán viniendo.
Vestir al desnudo
A las mafias que trafican con personas les importa muy poco donde
acaban sus negros. No dan servicio integral con garantía de
satisfacción. Las tarjetas de embarque para más expediciones están
ya vendidas. Los traficantes ni se han enterado que la muy católica,
apostólica y romana Italia decidió retirar a hombres, mujeres y
niños de su acera y cerrar la puerta de su banquete al Aquarius. Las
mafias seguirán mandando gente se ahoguen o no, acaben aquí o en
Jonolulú. Cuando salen de su puerto, el problema es de otro.
Visitar a los enfermos
—No podemos cambiar el mundo. Si abrimos nuestras puertas se
nos colarán todos, seremos los tontos útiles, el hazmerreír de unos
y de otros.
—El mundo cambia cada minuto, lleva cambiando desde el
principio de los tiempos. Y siempre ha habido quién ha estado
dispuesto a hacer lo necesario para cambiar el mundo. La gentuza que
está llenando de cadáveres el Mediterráneo se alegra de que
pensemos que no podemos cambiar el mundo. Se ríen cuando nos
abrazamos al cuenco y enseñamos los dientes como perros mal
encarados.
Dar posada al caminante
Hay que buscar soluciones. Luchar contra gobernantes corruptos que
sacan tajada de nuestra necesidades de rico primer mundo. Afinar la
puntería y disparar al traficante y no al taxista que pasaba por
ahí. Poner firmes a multinacionales que aprovechan la coyuntura para
mejorar su cuenta de resultados, mantener contentos a sus accionistas
y dar precios baratos a sus consumidores ricos apalancados en su
estado de bienestar y asustados porque llaman a su puerta negros
hambrientos, sedientos, enfermos, desnudos o muertos pidiendo ayuda.
Sepultar a los muertos.
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