26/9/19

Ecologistas, negacionistas y otros "istas"

Estos días se vuelve a hablar del cambio climático en las más altas instancias mundiales. Los líderes más poderosos (y los menos) se posicionan. Salen informes de expertos que ponen los pelos de punta al más pintao. Remueven conciencias con discursos bienintencionados, impactantes; firman acuerdos con los dedos cruzados ocultos en la espalda, se inventan impuestos que no sirven para nada y mañana, todos de vuelta en casa, les volverá a parecer todo una mala pesadilla provocada por una cena pesada.
Y los negacionistas sacan su artillería. Los negacionistas son, como su propio nombre indica, los que lo niegan todo, son los primos de Rajoy que no se creen ni la proyección del tiempo del telediario. Ellos también tienen sus expertos que nos dicen que todo es mentira, que todo forma parte de un gigantesco plan de acoso y derribo, que los discursos de la ONU, las huelgas y manifestaciones y los informes de científicos y expertos varios forman parte de la estrategia propagandística promovida por el lobby ecologista que, junto con los todopoderosos lobis feministas, comunistas, abortistas... y otros muchos “istas” quieren cambiar el equilibrio de poder, vendernos la situación crítica del cambio climático para hacer negocio, para quedarse con la pasta, para destruir nuestras queridas democracias, cristianas, capitalistas, nuestro estilo de vida al fin y al cabo. Nos están comiendo la cabeza para meternos en un mundo dominado por los “istas”. Un mundo en donde los negocios los harán ellos obligándonos a cambiar nuestro coche de gasoil por uno eléctrico o por una bicicleta; nuestra calefacción por una con paneles solares y multarán con cifras astronómicas y con cárcel, llegado el caso, si no reciclas convenientemente. Un mundo en donde no podremos comer carne, nos obligarán a acoger un negro en casa y no podremos subir en moto ni ir a misa los domingos. Un mundo oscuro en donde se nos obligará a divorciarnos y a abortar, y el resto de seres inferiores seremos meros peones al servicio de los “istas” en el poder.

Los negacionistas no deberían preocuparse; aunque sean minoría van ganando. En realidad están intentando no perder un partido que tienen ganado de antemano. Sencillamente, a los mandamases de la ONU, que firman acuerdos que no piensan cumplir, les preocupa lo mismo que a ellos. Estos mandamases se asustan y tienen pesadillas cuando leen informes científicos, cuando se reúnen con los expertos que les dicen lo jodido del tema. Cenan ligero, se inventan un impuesto o firman una acuerdo que romperán cuando les de la gana, y a dormir a pierna suelta. Los negacionistas son más simples, no se cansan los cascos: todo son patrañas.

Quiero que ganen los negacionistas (ellos son la oveja negra de los “istas”, pobrecitos). No que ganen, que tengan razón, aunque pierdan. Si tienen razón, el planeta no está en peligro y por lo tanto no corre prisa cuidarlo. No pasa nada porque arda la selva, no pasa nada porque los gerifaltes no cumplan sus acuerdos, nuestros nietos seguirán teniendo un planeta agradable donde vivir. No tendré que hacerme vegano a la fuerza y los plásticos dejarán en paz a los peces sin tener que dejar de usarlos.
Si los ecologistas y la mayoría de científicos están en lo cierto, aunque ganen estamos perdidos.
El sistema que rige nuestras vidas, el planeta entero, es un monstruoso gigante con los pies atornillados al suelo. Casi imposible moverlo. Desatornillar y mover el sistema llevará demasiado tiempo. Y llegaremos tarde.
Más nos vale que el cambio climático solo sea una enorme estafa, pura propaganda de lobis con oscuros intereses, en el peor de los casos solo nos costará dinero.

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